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Diálogos de Taller 4
Jorge Abot entrevista a Agustín Alamán
Diario Educación. Publicación de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Madrid, octubre de 1987.
 
 Agustín Alamán nace en 1921 en Tabernas del Isuela, Huesca, Aragón. Autodidacta, comienza a pintar en Alés, Francia. En 1948 se vincula con la sociedad Art Cévenol, con la que participa en exposiciones colectivas, hasta 1954. En 1954 expone en Montpellier, en la Galría Lucien Gout. En 1955 llega a Montevideo, Uruguay, donde radica hasta 1970, año en que vuelve a España. Expone individual y colectivamente desde 1958, fecha de su primera exposición individual en Alfa, con el auspicio de la “Revista Deslinde”, en Montevideo. De sus más de cien exposiciones cabe destacar las de los años 1961 y 1962 en el Centro de Artes y Letras de Montevideo, la de Pintores Uruguayos en la Galería Divulgaçao de Lisboa, la II Bienal Americana de Arte de Córdoba, Argentina, y la del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, todas en 1964. En 1965 expone en Amigos del Arte y en el Centro de Artes y Letras de Montevideo, en la Universidad de Texas, en E.E.U.U., y en la Galería Sudamericana de Nueva York. En este mismo año participa en la XIII edición de la Bienal de San Pablo. En 1966 realiza una exposición antológica en el Salón Nacional de Bellas Artes en Montevideo. En 1968 expone con el pintor uruguayo Nelson Ramos en Amigos del Arte. Es invitado a la Bienal de Cali en Colombia y a la de Lima, Perú. En 1969 concurre nuevamente a la Bienal de San Pablo. Expone en el Museo de Arte Contemporáneo de San Pablo y en la Galería U de Montevideo. En 1970 retorna a España, se instala en Madrid y comienza a exponer en 1971 en la sala Gros Venor de Madrid y en Gaudí de Barcelona. En 1972 es invitado a participar en la muestra Maestros de la Pintura Española, que selecciona el critico de arte Raúl Chávarri. En 1973 obtiene el Premio de Escultura que organiza la Galería Serie, en cuyo jurado se encontraban, entre otros, Pablo Serrano y Juana Mordó. N 1974 participa en la Bienal Internacional de Arte Seriano. Expone en 1977 y 1979 en la Galería Varrón de Salamanca; en Zaragoza; en la Galería Diart de Madrid en los años 1981, 1982 y 1983; en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid en 1982, 1985 y 1986.
Agustín Alamán está representado en el Museo Español de Arte Contemporáneo, de Madrid; en el Museo de América, Madrid; en el Museo Juan Manuel Blanes, Montevideo; en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, en el Museo Contemporáneo de Chile;Museo de Bellas Artes de Caracas; Museo de Arte Moderno de San Pablo; Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro; Colección Arte Sudamericano; Universidad de Texas, E.E.U.U.;Colección Industrias Kaiser Córdoba, Argentina; Coleciión Mahon Forbes, Nueva York.
 
A Agustín le cuesta hablar de sí mismo, de ese largo camino de sueños, frustraciones, de alegrías y dolores vividos con enorme tenacidad. De ese destino de volver a empezar continuamente que le ha tocado vivir: España, Francia, Uruguay, España y esa decisión de volver a Uruguay.

- ¿La guerra civil coincidió con tu adolescencia?

- A mí me tocó de todo…la guerra de España, la guerra mundial en Francia, donde también estábamos con el agua al cuello. El solo hecho de ser refugiado español significaba una catalogación que te obligaba a tener un cuidado tremendo. De los campos de concentración fuimos a vivir el Mediodía francés, zona en principio no ocupada  por Alemania, pero por poco tiempo…, luego ocuparon todo… Pero en todo ese tiempo no pude hacer nada. Sólo ocuparme de salvar el pellejo y nada más.

Agustín no quiere recordar, no quiere hablar, condensa rápidamente sus años de Francia y pasa al Uruguay, a esos años de enorme producción, que sí recuerda con pasión.

- Empecé a pintar en Francia, después de la guerra, bastante después, hacia 1947, hasta 1955 en que me fui al Uruguay. Allí trabajé y pinté muchísimo en un buen momento. Había una gran libertad.  Uruguay era un pueblo que desconocía los golpes militares, un pueblo culto, liberal. Era un momento magnífico para crear. El arte estaba en pleno apogeo. Coincidía además con el gran momento cultural que vivía Buenos Aires, el intercambio era notable. Alguna vez habrá que estudiar ese momento creativo que vivieron estas dos ciudades para valorarlo en toda su dimensión.

- ¿Quiénes eran compañeros tuyos en ese momento?

- Cabrera, Ventayol, Vicente Martín, García Reino, Nelson Ramos, Manuel Espinosa, Barcala…

- ¿Tu llegada a Montevideo coincide con una gran renovación de la plástica uruguaya?

- Sí, esta gente buscaba renovar una imagen tradicional que había caracterizado la plástica en Uruguay. Bueno, la mayoría había trabajado afuera y al volver estimulaban al cambio. Se competía mucho, había una enorme actividad, exposiciones, bienales, donde competías con países como Argentina y Venezuela, cuyo desarrollo plástico no tenía nada que envidiar al que en ese momento se realizaba en Europa o E.E.U.U. Además se estaba absolutamente al día de lo que se hacía en todo el mundo.

- Después de haber trabajado dieciséis años en Uruguay en el 70 regresas a Madrid. ¿Por qué?.

- Uruguay se había deteriorado socialmente. Surgió la guerrilla y por ende la represión. Así que decidí intentar el regreso. Empecé a trabajar, a hacer exposiciones, pero pronto me cansé de esa lucha por competir. Estaba harto de empezar de nuevo. No me interesó. Empecé a hacer escultura. La pintura que se hacía en Uruguay no era vendible aquí. Sin embargo, en un momento se presentaron unos coleccionistas que me ofrecieron comprarme todo mi trabajo anterior. Vendí todo, no me quedé ni con un dibujo. Eso solucionó mi situación económica, y entonces me dediqué a la escultura.
Me invitaron a un concurso organizado por la Galería Serie/Diseño, que iniciaba la tarea de editar múltiples y me llevé el premio, que precisamente consistía en la edición seriada de tu obra. Esto me permitió desarrollar la escultura y vivir de ello. Pintar, pintaba para mí, no para exponer. Algún día se expondrá. El cambio era muy fuerte, yo necesitaba tres o cuatro años para recuperar o inventarme un nuevo mundo y eso es muy largo, cuando tienes que mantener a una familia. La escultura fue una salida, pero a mí lo que me gusta es pintar. Ahora que estoy próximo a la jubilación volveré a pintar con la fuerza y la paz necesarias.

- Volvamos a tu vida en Uruguay.

- Aparte de pintar, hice esculturas y grandes murales. Estaba relacionado con arquitectos que me encargaban estas tareas. La vida en Montevideo fue muy intensa, interesantísima. Yo fui un gran impulsor de esa vida. Hice grandes exposiciones y con gran frecuencia. Yo trabajaba muchísimo y exponía todo lo que hacía. Era muy polémico, buscaba la confrontación. Exponía con frecuencia, nada de dormirme, producía muchísimo. Expuse y tengo obra en todos los museos latinoamericanos y en los Estados Unidos. Había una gran competencia y a la vez una gran camaradería entre todos los pintores uruguayos y argentinos. Fue muy hermoso e interesante. Había una enorme creatividad. Trabajábamos juntos, exponíamos donde fuere.

Agustín se enciende cuando habla de aquel momento.

- Aquello está muy “chato” ahora, pero pienso que Uruguay saldrá adelante. Yo pronto volveré, porque quiero estar con mis hijos allí, y volveré a trabajar mucho y a sacudir mi letargo y el de mis amigos. Yo pienso promover aquello, meterle caña,  y yo te aseguro que el letargo de hacer cosas para que le guste a la gente, lo sacudo. Yo creo que se puede y se tiene que hacer mucho. Un artista no se agota así “no más”. Un artista siempre tiene algo que decir. Trabajarás menos, porque te cansas más, porque estás más viejo, bien, pero si tienes algo dentro lo tienes que soltar, y eso es lo que yo quisiera que volviera a ocurrir en Uruguay. Tiene que cambiar. Uruguay siempre tuvo un pueblo culto, con ganas de saber, de ver, de conocer. Ahora los artistas están cada uno en su taller, como sin ánimos. Eso no puede ser. Hay que hacerlos salir. Hace falta mover todo eso. Yo supongo que la gente más joven tendrá ánimos, pero hay que ayudar. No se pueden quedar dormidos. Hay que luchar contra todo y tirar para adelante. Si no puedes pintar en una tela, pues en un papel, en un cartón, en lo que sea, pero el caso es hacer algo. Mira el viejo Torres García, en cuántos cartones y papeles ha pintado.

- O Figari en aquellas cajas de cartón.

- Sí, en aquellos cartones retorcidos. Todo es importante. Pero hace falta estimular. Allí se ha sufrido mucho y todavía están un poco “acojonados”. Es necesario que florezca de nuevo. Volver a viajar. Yo recuerdo aquellos momentos, esa camaradería, esa búsqueda, esa inquietud, se iba y venía de Buenos Aires a visitar exposiciones, pintores, eso era estupendo, había una gran comunión, y eso es importantísimo, crea una fuerza, una vitalidad, muy necesaria para crear.

- ¿Y eso es evidente que no lo encontraste aquí?

- No; por un lado, no lo busqué; por otro, no quise entrar en la lucha por las exposiciones. No, no lo necesito. Pinto y algún día se verá. Ahí tengo montones de cosas. Me las llevaré todas a Uruguay, todo lo que sea importante me lo llevaré y allá se quedarán.

- ¿Cómo ves la pintura que hacen los jóvenes en Uruguay?

- Bien, muy interesante, hay muchas inquietudes. Ellos van a levantar de nuevo la antorcha de la creación y del despertar. Que el país está mal, que tiene deudas. Pues todos los países tiene deudas y están “jodidos”. Bien es un problema serio, pero eso no te puede impedir crear. Hay que luchar, romper y salir. Por muy mal que estés, la pintura, la literatura, el arte no se puede abandonar. El arte no puede dejarse morir. Allá está abandonado, apagado, pero hay gente con fuerza a la que hace falta estimular. Hace falta que salgan, que viajen, que se cotejen, que vean. Tú has visto Madrid, la cantidad de exposiciones y de buenas exposiciones que hay para ver. La cantidad de centros con grandes paredes, donde puedes meter lo que tú quieras. Bueno, eso la gente joven tiene que verlo, necesita verlo. Necesita ver cómo funciona esta ciudad, que lo hace a tope, y eso es lo bueno.
El hombre solo no es capaz de hacer nada. Hacemos todo en conjunto, unos más otros menos. Pero nos necesitamos unos a otros.