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César Lopez Osornio
Presentación catálogo exposición en el Círculo de Bellas Artes, Madrid. La Plata, 2002.
 

“Jamás se crearía nada si todos nos sintiéramos satisfechos con lo ya creado.”
Séneca

No es mi intención hacer referencia histórica, artística, analítica, sincrónica, sobre la obra de Jorge Abot; porque en su pintura poética encontramos lo que tantas veces se nos niega: en un gesto sensible la presencia del artista y del hombre ennobleciendo el arte todo. En ella no hay especulación con "ismos" ni exitosas recetas. Y sin embargo, en tanto vayamos a contemplar lo que Jorge Abot nos presenta (y no lo que nosotros "quisiéramos" ver), descubriremos que su pintura revive, reconstruye, resucita y rescata imágenes emergentes desde el centro de la historia artística. Imágenes que nos envuelven en trazos de líneas musicales y alabeadas, en texturas plenas y libres collages sin ataduras. El encuentro con su color es excitante y sólido, la percepción visual se expande alegre en él, sin que la memoria visual —harta de tanta hueca forma— pueda irrumpir para molestar. Abot pulveriza lo convencional, apostando por el riesgo que todo auténtico creador debería ofrecer: establecer un diálogo con el espectador, sustentado fundamentalmente desde el silencio de la obra que nos entronca con lo original. Entendemos que para el espectador puede no ser fácil penetrar en el espacio visual de Abot porque él llega al límite mismo de la nada, de la inasible y misteriosa frontera donde se alberga el principio de la creación y donde lo gestual sensible se hace presente en el más mínimo espacio. Él se acerca al arte con la actitud reverencial de quien pregunta preguntándose primero "Hacia qué camino me llevará esta permanente aventura?", para dejarse ir, vibrando a cada instante tras una verdad. Por ello su obra nos deja una oculta geometría a solas con la música, el color y la luz que de él emana. Desde esa materia iluminada, desde adentro, pura, simple, transparente, no ajada, actuando como guía y orientando nuestro rumbo en las tinieblas del mundo profano del deterioro. Nuestro artista está jugando con lo inefable. Entonces ¿qué podemos decir nosotros?: Sólo participar.